Empecemos por entender qué es la confianza. Si dividimos la palabra, vemos que hay dos palabras CON + FIANZA
Si vamos al origen de la palabra, confianza proviene del latín «confidentia«. El prefijo «con» significa «junto», «todo», «con», y el término latino «fides», significa «fe». Es decir que en su origen, la palabra confianza significa «con toda la fe», «con absoluta convicción».
Por otra parte, la confianza también se puede entender como una mesa con dos patas. Cuando yo *confío* realmente lo que estoy haciendo es realizar un juicio de valor hacia un tercero sobre el “HACER” de la persona en relación con su competencia (1ra pata) y su compromiso (2da pata). Es decir, cuando yo digo: “Confío en esa persona”, hago un juicio de valor positivo sobre la competencia que tiene la persona en hacer lo que dijo que iba a hacer y un juicio de valor positivo sobre el compromiso que tiene esa persona en hacer lo que dijo que iba a hacer cuando dijo que lo iba a realizar.
La pata de la “competencia”, a su vez, tiene dos aspectos. El primer aspecto es el conocimiento y el segundo aspecto es la práctica. Voy a juzgar positivamente la competencia de alguien en hacer algo cuando juzga que tiene el conocimiento y, a su vez, tiene la práctica.
Por ejemplo, un profesional recién salido de la universidad, puede tener el conocimiento, mas no tiene la práctica. Por lo tanto, mi juicio de valor sobre su competencia, va a estar a medias. Puede pasar el caso contrario, tiene la práctica, mas no tiene el conocimiento. Esta “pata” de la confianza va a estar “chueca”
La pata del “compromiso”, a su vez, también tiene dos aspectos en los que vamos a realizar nuestro juicio de valor. El primer cuestionamiento que nos vamos a realizar cuando alguien adquiere un compromiso es si esa persona está en la capacidad de adquirir dicho compromiso. Y un segundo juicio de valor: si lo adquiere, ¿lo va a cumplir o no?.
Aquí pongo un sencillo ejemplo: si tu pareja, que gana un sueldo mínimo, llega un día a tu casa y te invita a unas vacaciones en Europa yendo en primera clase a hoteles de 5 estrellas … ¿Cuál va a ser tu juicio de valor acerca de su capacidad para adquirir el compromiso? ¡Probablemente muy negativo! Sabes que tu pareja simplemente NO está en capacidad de pagar ese viaje. Por ende, el juicio de valor sobre el cumplimiento de su compromiso, también se verá afectado negativamente.
Al contrario, si tu pareja es un alto ejecutivo, con un muy buen ingreso, una persona con una agenda muy ocupada y te dice que te va a llevar a ese mismo viaje a Europa… Muy probablemente, el juicio de valor sobre su capacidad para adquirir el compromiso sea positivo (tu juzgas que él sí tiene el ingreso necesario para sufragar los gastos del viaje). En cuanto al segundo juicio de valor sobre “cumplirá o no su palabra”, eso va a depender del historial que esta persona haya tenido en cuanto a su integridad.
Es importante que el líder evalúe la confianza que les tiene a sus colaboradores. La confianza se puede restablecer y volver a construir. Si la pata de la confianza está rota en la de la competencia, el líder debe tener claro en donde está realizando el juicio de valor negativo: en el conocimiento o en la práctica y poner las herramientas necesarias para restablecer esa confianza, dando mayor conocimiento o exponiendo a sus colaboradores a mayores experiencias.
Si la pata de la confianza está rota en el juicio de valor del compromiso, el líder deberá entablar conversaciones auténticas para identificar por qué su colaborador adquiere compromisos que NO está en capacidad de cumplir o conversaciones para restaurar integridad cuando el colaborador no cumplió u honró su palabra.
El líder extraordinario es responsable de crear y construir un contexto de confianza en su organización. Sin confianza no hay liderazgo, no hay trabajo en equipo, no hay resultados extraordinarios.
Elizabeth Martínez A.
Coach Empresarial, Psicóloga y Abogada
