La inteligencia emocional en el liderazgo es fundamental, se llama gestión de la emocionalidad, hoy vamos a ver por qué es importante.
Alguna vez has estado en una reunión, de esas reuniones largas y pesadas y de pronto sucede algo, tu jefe pierde la compostura, se le salta el brake, (así digo yo, se sale de sus ropas) y todo el mundo queda tenso.
El ambiente queda pesado…la conversación no fluye, tu te sientes incómodo, ansioso y hasta con miedo.
Te doy una noticia: un líder extraordinario NUNCA PIERDE LA COMPOSTURA.
Un líder, por difícil que sea la situación, por mal que vayan los resultados, por muchos errores que sus colaboradores cometan, NUNCA va a dejar que su emocionalidad se desborde.
Gestión de la emocionalidad
Esto se llama gestión de su emocionalidad. A mí personalmente no me gusta hablar del control de la emoción, porque control significa que la emoción que te está causando malestar está ahí presente, y tú la estás “controlando”
Es decir, no la estás dejando salir. A mi me gusta hablar de GESTIÓN DE LA EMOCIONALIDAD.
Cuando un líder es capaz de gestionar su emocionalidad, es capaz de identificar que está transitando por un estado emocional y luego, puede ponerle un nombre a la emoción.
Muchas personas NO tienen un diccionario emocional y solo saben decir: “estoy bien o estoy mal”.
Aquí viene una parte de la inteligencia emocional: la habilidad de ponerle un nombre a tu emoción. Para esto, es vital tener un léxico emocional.
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¿Qué información nos da cada emoción?
El siguiente paso, es saber cuál es la información que cada emoción nos da. Las emociones dan información.
La alegría nos informa que percibimos una ganancia, la tristeza nos informa que percibimos que hemos tenido una pérdida.
La rabia nos informa que percibimos que han violado nuestros límites, el miedo nos informa que percibimos una amenaza real.
La ansiedad nos informa que percibimos una amenaza imaginaria, la frustración nos dice que nuestras expectativas no se cumplieron, y así, cada emoción nos informa de algo sobre cómo percibimos el mundo que nos rodea.
Una vez hayamos identificado la información que nos da la emoción, la pregunta es “¿Y cuál es la acción que nos lleva a realizar esas emoción?
Toda emoción, lleva por ADN una acción: La alegría nos lleva a la expansión, la tristeza nos lleva a la reclusión, la rabia a la agresión, la ansiedad a la procrastinación, el miedo a la huida o parálisis.
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¿La emoción me acerca o me aleja de mi resultado?
Y ahora, un gran líder debe preguntarse: “¿Esa acción me acerca o me aleja de mi resultado?” Si me aleja, el gran líder debe gestionar la emoción para reconvertirla a aquella emoción cuya acción le acerque a su resultado.
Esto requiere gran dosis de autoconciencia, de autoobservación y de entrenamiento.
Es por esto que la inteligencia emocional es una competencia de líderes extraordinarios.
Un líder extraordinario sabe identificar que transita por un estado emocional, sabe nombrar esa emoción, decodificar la información que le da la emoción y cuestionarse si la acción que se deriva de la emoción, lo acerca o lo aleja de su resultado.
Si lo aleja, el líder extraordinario sabe gestionar su emoción, para transformarla de manera tal que la acción derivada de la emoción lo lleve a acercarse a su resultado
Líderes con altos niveles de inteligencia emocional, generan niveles más altos de desempeño, mejor ambiente laboral y, por ende, mayores niveles de compromiso en sus equipos laborales.
